: JOHN RAMART: UNA VENTANA A LA VIDA
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lunes, 10 de enero de 2011

UNA VENTANA A LA VIDA

La vi pasar como todas las mañanas con sus hijos. Los niños iban muy arreglados y limpios, ella  sin embargo no iba tanto. La volví a ver a medio día, pero esta vez sola, y de nuevo por la tarde con sus hijos. Nunca la veía con nadie que indicara que tuviera marido.Un día estaba en mi terraza, como de costumbre viendo pasar el tiempo. Vi como los niños cruzaban la calle con mucho cuidado, y detrás no les seguía su madre.  Me resulto extraño, pero no le di importancia. Así paso toda la semana sin verla, solo pasaban los niños a la mañana y a la tarde . Llego el lunes y seguía sucediendo lo mismo. Pensé que ella no podría llevarlos al colegio, y a los chavales les tocaba ir solos. Seguramente le habría salido otro trabajo y se iría mas pronto al trabajo, en otra dirección. Bueno, especulaba en algo que en el fondo  me daba un poco igual. Esto lo hace el tener mucho tiempo para pensar.
Un día me disponía a bajar a la calle, para darme un paseo, que lo hacia habitualmente, para mantenerme un poco en forma. Gracias a Dios las piernas todavía me respondían. Al final de la caminata, compraba el pan en una panadería. El dueño era un personaje de lo mas curioso. Estaba cerca de la jubilación, y el señor pensaba que tenia veinte años, llevaba una ropa de lo mas moderno. Pero lo mas era la forma de hablar. Yo me limitaba a pedirle una barra, hola y adiós. Compraba el pan ahí,  por que estaba realmente bueno y estaba muy cerca de casa.
Entre en la panadería, di los buenos días, y mi sorpresa fue ver la señora de los niños comprando allí. Ella me correspondió con otros buenos días. Al salir me fije  muy bien, dándome cuenta que tenia moratones en los brazos y otro en el ojo. Los llevaba tapados con una mano. Yo al verla salí deprisa, diciendo al panadero que ahora volvía. La llame, se dio la vuelta , y me dijo que quería.  No sabia que decirla. Lo primero seria decirla que la conocía por lo menos de vista.



Perdóneme señora que la interrumpa, yo todos los días la veía. No piense mal, no tengo ninguna maldad, no piense que soy uno de esos asquerosos hombres con problemas sexuales.
La veía pasar con sus hijos al colegio. Yo siempre estoy sentado en una terraza de la calle principal.
El otro día los niños iban solos. Bueno hasta ahí todo va bien, yo no le hubiera molestado ahora, pero al verla así con esos moratones, no he podido evitar el preguntarla que le ha pasado, como se encuentra usted, y sus hijos. Dirá que me meto donde no me llaman, pero si la puedo ayudar en algo, no me importaría que me dijera en que.
La chica, se quedo muy sorprendida. En cierta manera no es normal que una persona te llama por la calle, y te diga eso. Caballero no se quien es, no le conozco de nada, y me esta contando cosas de mi vida. Veo que me ha estado observando. No tiene maldad como bien usted dice. Yo le agradezco sus palabras, pero me temo que no me va ha poder ayudar. Eso si, me gustaría que me dijera en que terraza vive usted, por lo menos, para saludarlo. Me llamo Yolanda y mis hijos Pedro y Luis. Ha sido un placer conocerlo. Hasta otro momento. Se fue alejando hasta  perdería de vista.
Me quede realmente admirado de como la chica me había contestado, con que educación. Me dio pena que no pudiera ayudarla, pero no lo necesitaría o no le parecería la persona mas adecuada.
Pasaron unos días y ella al pasar por allí, siempre me saludaba, incluyendo los niños, que se los presento desde la calle y yo en la terraza. Esto para mi era una gran alegría, me daba ilusión de verlos todos los días y saludarlos.
Yo vivía solo, estaba jubilado y viudo. Mi mujer falleció hace dos años, y no me habituó a estar solo sin ella,me hace mucha falta, por eso me paso gran parte de mi tiempo en la terraza, viendo pasar a la gente o en la calle intentando que pase el tiempo lo mas rápido posible.



             Un día me disponía a cenar, cuando una voz de mujer oí por la ventana, que me llamaba ¡Juan!
             ¡Juan!. Salí a la terraza, y era Yolanda. Hola señor Juan, como esta,- Yo muy bien gracias. Puedo             
             subir un rato a su casa. Si por favor sube. Me fui hacia la puerta y abrí. Ella entro y me comento si
             podía sentarse. Claro que si pasa al salón y siéntate. Estaba apunto de cenar, quiere acompañarme   
             señorita Yolanda. Bueno, si no es molestia, me contesto. De molestia nada, es un placer el tener
             compañía para cenar, después de dos años. Es muy triste tener que cenar  solo todos los días.
             Siéntate a la mesa, por favor. Te gusta la ensaladilla y las croquetas. Me encantan. Rápidamente se
             lo lleve a la mesa. Para mi tenia que ser algo mas suave, mi estomago estaba un poco dañado.
             Comia con tanta ansia, que no me dio tiempo ni ha empezar, cuando ya había terminado. La                                                                                    
             volví a dar un poco mas y se lo volvió a comer como si nada. Me di cuenta que esta chica tenia
             realmente hambre, llevaba muchas horas sin comer. Cuando termine de comer, le pregunte, donde
             estaban sus hijos. Me dijo que estaban en casa, que les había dejado cenado, y ya estaban
             durmiendo. ¿Y tu marido?. No vive en casa, estoy separada, solo viene de vez en cuando. Es un
             asqueroso borracho, que no quiere a sus hijos, ni nos ayuda en nada.¿Tu no habías cenado?
             Ella se puso a llorar. No te tendría que haber preguntado eso, no he tenido vista, disculpame.
             Ella entre lloros se levanto y me dijo que no era culpa miá. No tengo suficiente dinero para
             comer los tres, entonces los tengo que decir que coman, que yo ya he comido. Hoy me sentía
             muy sola, y con mucho hambre. Me hacia falta hablar con alguien. Como me dijo el otro día que
             me podía ayudar, pues aquí estoy. Le pareceré un poco descarada pero yo no soy normalmente así.
             Ruego que me disculpe si en algún momento lo he sido. Yolanda, estate tranquila, yo no he pensado
             nada de eso, solo de como podía ayudarte. Gracias señor Juan, es usted muy buena persona.
             Yolanda, en que estas trabajando ahora mismo. Trabajaba en un hotel, limpiando habitaciones, y
             después hacia algunas horas en casas limpiando.
             
          
              Pero lo del hotel, me despidieron por reducción de plantilla, y solo me quedan las horas de
              limpieza de las casas, y es poco para los tres. Como te he dicho, mi marido, no nos ayuda
              para nada. Solo nos da problemas. ¿Te pega? Lo dice por el otro día, verdad. Ha sido la única vez
              que lo ha echo, pero si lo hace una, ya no te puedes fiar. Se pasa todo el día borracho.                                               
              Me levante, fui hacia un armario y saque unos pañuelos. Toma yolanda, secate las lagrimas, no
              llores mas. Te ayudare en todo lo que pueda. Ahora vete a casa con tus hijos, no los dejes solos.
              Te voy a dar unas galletas de chocolate, para que mañana, nada mas levantaros, se las des
               para desayunar. Veras que contentos se ponen.
               Quiero verte pasar mañana, como todos los días, a llevarlos al colegio. Cuando los dejes, te
               pasas por mi casa y hablamos. De acuerdo Yolanda. De acuerdo señor.
               Muchas gracias por la cena y por las galletas, hasta mañana.
               Cerro la puerta. Salí a la terraza, vi como salida. Se dio la vuelta y me decía adiós con
               la mano.
               Me senté en el sofá, pero no me puse la televisión, la chica me había dado motivos para
               preocuparme. Me preguntaba ¿Que podía una mujer sola, con dos hijos sin trabajo, y sin nadie
               que la ayude?. Esta vida es muy dura. La chica es una persona, por lo que se ve trabajadora, pero
               con esto de la crisis, cada vez hay mas despidos, reducción de plantillas, la gente no puede ni
               trabajar. Sin trabajo la gente no puede tener una vida digna.
               Tenia que ayudarla. La diré que me trabaje en casa, pagando la un sueldo, mientras la busco un
               trabajo. Voy a llamar a mi amigo Elias, que el sigue en la empresa. No creo que se allá jubilado.
               Marque el teléfono, y le dije a la recepcionista, que por favor me pusiera con Elias García. Un
               Un momento por favor. Al otro lado del teléfono. Si dígame. Elias soy tu amigo Juan. Hombre
               Juan, como estas, cuanto tiempo. Gracias a dios muy bien, un poco solo, pero bueno son cosas
             

            

              de la edad. Elias, quería pedirte un favor. Dime, si esta en mi mano, adelante. Mira tengo una
              amiga con dificultades, le han despedido de su trabajo, y tiene problemas económicos. Tiene
              dos hijos y esta separada, y su marido no la ayuda.
              Bueno, vamos a ver, esta chica de que trabaja. Limpiaba habitaciones en un hotel. Osea no tiene
              estudios. Bueno, Elias realmente no se si tiene estudios o no, lo único que se es donde trabajaba.
              Mira Juan, tengo aquí un puesto, pero es para recepcionista. Tu crees que ella podría desempeñarlo.
              Yo pienso que si. Vamos a hacer una cosa Elias, hablo con ella y mañana te llamo, con lo que sea.
              De acuerdo pero llamame sin falta.
              Al poco rato Yolanda, apareció por mi casa, como yo, la comente dije que se sentara, que
              tenia que contarle una cosa, haber que le parecía. Dígame señor Juan. Pensé que podridas ayudarme
              en mi casa y pagarte un dinero, pero he estado llamando, a un amigo, de mi antigua trabajo
              para haber si había algún trabajo, y me ha comentado que hay un puesto vacante de recepcionista.
              ¿Que estudios tienes?. Tengo hasta el bachillerato. Como ves lo del trabajo, Yolanda. No
              se si podre hacerlo, Tu  me ves capaz de hacerlo, Juan. Yo no te conozco lo suficiente, pero si
              eres una chica trabajadora, seguro que si. Eres joven, con fuerza y mucha ilusión por todo. Lanzate,
              que no te vas ha arrepentir. De acuerdo Juan dile a tu amigo, que cuando quiera, voy a hablar
              con el. Mira, lo llamo ahora mismo, que me diga, cuando vas por allí.
              Elias, soy Juan, la chica, tiene ganas de trabajar, cuando va por allí. Pues, mañana mismo a las 8:00
              A.M., así hablo con ella.
              Juan les invito a subir a  casa a todos, y pasaron el resto del día muy agradable. Comieron,
              hablaron, y por la tarde pusieron una película para los chavales. Por la noche se despidieron de
              Juan muy contentos, dándoles las buenas noches.
            
              
             
               Yolanda, entro por una gran puerta, que daba paso a un gran despacho, en el que ponia
               Elias Gutierrez Quejido, Director de Recursos Humanos. Yolanda estaba un poco asustada.
               ¨Yolanda¨, dijo una señorita, venga por aquí, por favor, el señor Elias la esta esperando.
               Pase señorita Yolanda. Un placer conocerla. Mi amigo Juan, me hablado muy bien de usted.
               Viene por el puesto de recepcionista. Elias le explica las condiciones del trabajo, su sueldo, en     
               definitiva, todo lo que concernía al puesto.
               Me parece,que usted es la persona idónea para este puesto. Me inspira confianza, no me falle.
               Empieza, mañana. Venga como hoy.
               Muchas gracias señor. No me de a mi las gracias , déselas a su amigo Juan.
               Yolanda llego toda contenta, contándole todo Juan. Se iba a llevar un buen sueldo. Con el ya
               podrían vivir mucho mejor, por lo menos sin agobios. Me alegro mucho, por ti, lo único que ya no
               te voy a tener para cenar. Como que no Juan. Mas de un día quedaremos para cenar y charlar de
               nuestras cosas.
               Quería darle las gracias por todo, nadie se había portado también con nosotros.
               Así fue como Yolanda y sus hijos, pudieron tener una vida digna. Ella pudo con el puesto de
               recepcionista y fue subiendo en la empresa, gracias a que  en  su tiempo libre estudiaba.
               Todo por su esfuerzo, y gracias también por aquella persona, que apareció, en el momento y lugar
               justos.
               Cuando se cierra una ventana, dicen que se abre otra. Se les abrió una gran ventana, llena de
               trabajo, amor y felicidad.

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